La cortina de humo: Desinformación gubernamental y la realidad de la violencia en Culiacán

La violencia en Culiacán ha sido un tema recurrente en los últimos años, dejando una estela de miedo y desconfianza entre la población. Sin embargo, más allá de los hechos concretos, se ha tejido una compleja red de desinformación gubernamental que ha distorsionado la percepción pública sobre la gravedad del problema y las causas que lo originan


La minimización de la violencia ha sido una constante en los discursos oficiales. A pesar de los numerosos enfrentamientos armados, bloqueos y homicidios, las autoridades han tendido a subestimar el impacto de estos hechos en la vida cotidiana de los ciudadanos. Los datos oficiales sobre víctimas y daños materiales han sido, en muchas ocasiones, cuestionados por organizaciones de la sociedad civil y medios de comunicación independientes.

La distorsión de las causas del conflicto es otro aspecto preocupante. En lugar de reconocer la complejidad del problema y la participación de múltiples actores, el gobierno ha simplificado la narrativa, atribuyendo la violencia a grupos criminales externos o a factores aislados. Esta visión parcial ha impedido abordar las causas profundas del conflicto, como la corrupción, la impunidad y la falta de oportunidades.

La exageración de los logros también ha sido una estrategia utilizada por el gobierno para presentarse como una fuerza capaz de controlar la situación. Se han anunciado operativos exitosos, detenciones de importantes líderes criminales y la recuperación de armamento, sin que estos resultados se traduzcan en una disminución sostenida de la violencia.

Las consecuencias de esta desinformación son graves. La pérdida de confianza en las instituciones gubernamentales ha sido una de las más evidentes. Los ciudadanos ya no creen en las cifras oficiales ni en las promesas de seguridad. Además, la desinformación ha obstaculizado los procesos de investigación y sanción de los responsables de actos violentos, lo que ha generado un clima de impunidad que favorece la continuidad del conflicto.

La polarización social es otro efecto negativo de la desinformación. La construcción de enemigos externos ha dificultado el diálogo y la búsqueda de soluciones consensuadas.

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